Hay un parlamento al este de la Tierra Media, en una tierra otrora visitada por romanos, fenicios y demás pueblos cultivados. Muy cultivada es esta tierra, casi puerta de Europa en tiempos modernos. Pues algunos miembros de ese parlamento proponen denegar el arraigo a ciertos inmigrantes que ostenten conductas incívicas!!!!.
Ohhh mama mía, incívico ponen por ejemplo, es oir la música muy fuerte...
El mismo partido que integran esos miembros rechaza la asignatura Educación para la ciudadanía (perdón que no ponga comillas pero la Academia de la lengua de la Tierra Media ha quitado las comillas para nombres propios)
Pues miren ustedes, señores y señoras, si por incívico es escuchar música con un sonido muy fuerte, a buena hora se ensañan con una arraigadísima costumbre de estas tierras por las cuales no es posible encontrar un bar donde leer un libro, el periódico o conversar tranquilamente con una amistad.
Las vociferaciones de sus habitantes y la insoportable música estridente y rompedora de oídos, harían que en realidad, se tuviese que cerrar o poner en cuarentena auditiva a sus pobladores y/o visitantes.
Pero es la paja en el ojo ajeno la que prevalece y el más débil el que cae.
Entre el humo de las fritangas, los gritos de histeria del público local, la música destornillada que cruje de los altavoces, esta gente parlamentaria se preocupa por si algunos inmigrantes suben el volúmen de su música en su casa.
Se puede tener más cinismo?
En fin, que cada cual que conozca el territorio al que me refiero, haga su reflexión íntima y risueña.
Lo prometido antes, Delicias del sistema, va para mañana. Aunque este hecho mencionado también puede formar parte de esas deliciosas actitudes de los políticos.
Buenas Noches y Buena Suerte.
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