lunes, 14 de febrero de 2011

De tutores y discípulos

Grandes hombres de la Historia se formaron con celadores particulares.
Muchos de ellos fueron superados luego por sus aprendices.

En la actualidad, en ciertos sitios, no está bien visto que un estudiante concurra a clases particulares. A veces, hasta ha sido burlado por la profesora cuando le entregaba un examen cuya nota ostentaba un 4,9 (se aprueba con 5)
"Já, y eso que vas a particular" le espetaba la señorita delante de toda la clase.
La niña llorando concurría primero a casa a contarle a su mamá y luego, por las tardes, venía con una voluntad atrincherada a donde mí.
En aquélla ocasión fui a la Inspección Educativa. Bueno, no voy a contar aquí la experiencia en la Inspección. Pero sí me gustaría recordar que esa profesora -muy joven para ser tan malhumorada- trabajaba como sustituta. No tenía titulación específica para enseñar Lengua castellana y desaprobaba a sus discípulos por no escribir exactamente lo que expresaba el libro de texto.
Otras fueron las oportunidades en que mis alumnos y alumnas particulares tuvieron que soportar los comentarios despectivos acerca de esa costumbre tan enriquecedora en tiempos preposmodernos.
Me inquietaba saber porqué les molestaba tanto el profesor o profesora particular.
La respuesta es tan fácil que prefiero rescatar un hecho más señalable.
Un ex alumno de Taller Literario que comenzó conmigo a los 11 años ahora ha cumplido sus frescos 18.
Le gustaba escribir. Quería ser escritor y nos deleitamos ambos leyendo y escribiendo mucha literatura durante unos 2 o 3 años.
Luego cumplió su etapa conmigo y nos depedimos "hasta la vista"

Ahora está a punto de ingresar a la universidad. Eligió Filología Hispánica y yo no tuve nada que ver. Jamás me metí con su vocación.
También escribe y él dice que en eso sí tengo mucho de influencia.
Creo que será famoso, casi un genio. Pero no lo convertí yo en un genio. Fue su libertad de elección y la inteligencia de sus padres que me contrataron para estimularle, de manera particular, en clase particular, su inclinación artística.

Un discípulo adorable que está cerca de superarme.

Si los profesores y profesoras que rechazan la práctica tutorial a domicilio, entendieran que sus estudiantes son diamantes ávidos de pulido, si se tomaran un respiro para ver las alas de sus jóvenes y aceptarlas, cuántas cosas cambiarían. Cuántas cosas.

Aprovecho para recomendar un libro que me hizo hasta llorar. Se llama Mal de escuela. El autor es Daniel Pennac. Francés como Descartes. Brillante.
Es ex-profesor de instituto. Se dedica a escribir solamente. Quienes se acerquen a su lectura redescubrirán al niño/a que fuimos y recordarán la escuela.
Por cierto, que Descartes comenzó a elaborar su método a partir de la duda. ¿Saben qué fue lo que más le hizo dudar? Todo lo que había aprendido en el colegio. Menos las ciencias Matemáticas y la Lógica que luego también consideró inexactas.
No dudemos en pensar antes de descartar.

1 comentario:

  1. Mal de escuela!!! Pennac... Una elección excelente y más que recomendable! Especialmente para los grandes dinosaurios de la educación! Daniel Izzo.

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