domingo, 27 de febrero de 2011

Trampas del marketing

Como cada sábado, ayer leí el suplemento literario del periódico. Ya saben de cual les hablo (es una chance para que lean los artículos anteriores)
Desilusionada -casi con media centuria sigo sorprendiéndome- hallé en la última página un artículo sobre Ludwig Wittgenstein. No, no fue la decepción por este filósofo que había puesto a la ética en su sitio dejando a los científicos que hicieran su trabajo científicamente.
Lo que yo leía parecía sacado de Wikipedia de prisa y corriendo para ocupar toda una página en blanco del suplemento. Me estaba contando su columnista, vida y detalles de la familia Wittgenstein resaltando con sutil indecencia el signo de la locura que sellaba a los 8 vástagos de un adineradísimo industrial austriaco (o sea el padre de L.W). Para más exactitud empleaba la palabra "tronado" para aludir a esos hermanos del filósofo.
Antes de proseguir aclaro que L.W. es estudiado en el programa de filosofía del último curso de bachillerato y suelo tener que acudir a descifrarlo porque con el anclaje previo que acompaña a los estudiantes, como que misión imposible que entiendan nada del pobre Ludwig. Menos en lo que atañe a su planteo relacionado con la filosofía del lenguaje.
Por ello pensé que el artículo me serviría como un documento ilustrativo más para futuras clases.
Si quieren, lo pueden consultar en la red. Para qué seguir.
Al dar vuelta la página y llegar a la contraportada me encontré con la publicidad de la última novela del que acababa de leer, Manuel Vicent.
Por eso era. Por eso había que hablar de algo antes de llegar a la promoción.
Pequeño insulto del mercado. La recepción de esta movidilla periodística resulta hasta de un nivel escolar, chiquilín.

¿Por qué habrán elegido hablar de Wittgenstein?

Si tuvieran una mínima conciencia, estos que se dedican a vender de todas las formas posibles, cuánto ahuyentan a potenciales compradores...
Si hasta mi sobrino nieto que no llega a los 17, iría a internet a buscar datos del filosófo. No le serviría de nada esto que aparece en el periódico. Además que olvidaría por completo la novedad literaria anunciada al final. Sencillamente porque los datos que le aportó la columna, son inconclusos aparte de innecesarios e impertinentes.

No pienso comprar. No pienso comprar. No pienso comprar.
No me gusta que se burlen de mí y mucho menos de los grandes de la historia.

La locura existe en todas las familias señor Vicent, en todas las gamas y colores que usted desee.
No importan los detalles triviales que acompañan a un gran hombre o una gran mujer. Ni siquiera es género biográfico hablar de ello porque no se sabe de qué otra cosa se puede escribir.
No obstante, gracias a grandes locuras, a gigantes locos de la música, la literatura, la ciencia exacta, la filosofía, la plástica... fue que se fortaleció la vida cultural de nuestro planeta.
Habría sido más enriquecedor y promovedor de su nueva novela, aclarar los puntos más cruciales de la filosofía de Wittgenstein.

Marketing que engaña se autoengaña.

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