sábado, 19 de marzo de 2011

Pulido arte Tachia

No hablé mucho de Tachia, una mujer con el rostro pulídisimo de tanta espiritualidad y recorrido artístico.
Lejos de toda solemnidad en su recitado, nos acercó con una sencilla dulzura a poetas sociales de las posguerra. Ausentes ayer y hoy pero palpitando en el concierto al que aludía Celaya. El concierto de la vida que merece de tanto en tanto estos toques de recuerdos.
Mar y tierra tomadas plácidas de la mano acompañaron el alma que compartió ayer Tachia.
Cuatro copas de vino como si los poetas estuviesen allí sentados agradeciendo a la artista que quitara el polvo y brotaran las palabras.
Cuatro sillas de jardín, una mesilla con sus patas de hierro forjado, acaso recuerdo de esa aparente dureza vasca...y un banco de plaza.
Apenas se movía Tachia. Apenas. Sólo expresaba como sola y ausente, versos de otros y otras. Luchas pasadas y vida exhalando el aire.
El aire que se respiraba ayer no era soberbio. Tampoco triste. Era otro universo cerca del chirrido urbano y sin memoria.
Pura, destilada emoción emanada -provocada- por una mujer etérea aunque eternamente teatral y poética.

Musical y luminosa Tachia. Frágil y dócil como el Bien.

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