miércoles, 13 de abril de 2011

Hervor de caracolas

Ya siento parafrasear a mi poeta del alma Joaquín. Es que me vienen a la cabeza sus versos en cuanto tengo tema para escribir aquí. También explico cómo es que pasan los días y ya no escribo tantos artículos como antes. No es porque se hayan acabado los fervores del teclado y esa vena inflada de escritor que no resiste a nada. No creo que eso se extinga jamás.
Lo que se comprime es el tiempo, maldito tiempo inventado culturalmente creado para limitarnos. Fue eso nada más. Pero mientras tanto, cada cosa encierra en secreto sus ventajas, así que hubo un rollo de asuntos peculiares dignos de ser relatados. No tanto por dignos en sí mismos pero didácticos. Al menos a los efectos de mi modo de ser.
Les cuento con brevedad matinal porque no merecen demasiada extensión aunque sí mucha pero abundante reflexión. Por cierto, pregunto (y nadie responderá) ¿hay gente que reflexiona, que escoge espacio para pensar?
Tengo esa feroz intriga. Así como los yogas dicen que no tomamos bien el aire para respirar, me parece que no nos permitimos huir ocultos a algún infinito confín donde podamos rebobinar ideas o escoger líneas y darles la vuelta, ponerlas patas arriba, en fin, y descubrir cuánto engaño y chatarra existe en el propio discurso, en el mismo lenguaje usado segundo a segundo.
Me explico sin más rodeos. A ver si termino contagiándome de Prada o Reverte haciéndose los hiper cultos y para llegar al final te hacen una introducción de esas premeditadas para encandilar con vocablos poco usados. Nada más lejos de mí. Nada.
Aunque reconozco ser ejemplificativa y vueltera a veces.
Total: que hace unos días se armó una seguidilla de comentarios, va y viene va y viene en una red social bastante usada y conocida, el Facebook.
El lío se armó por el inteligente comentario de una amiga que explica las medidas infantiles y demagógicas de los gobiernos en general, aunque ella hablaba de Argentina en particular. Otro amigo en común, se molestó por el comentario. Y allí aparecí yo diciéndole que no fuera negador. Que no siguiera defendiendo patriotismos y demás ismos que son mentira, cuentos de Navidad o acaso el despertar y no encontrar camellos ni rastro de ellos porque jamás existieron los Reyes Magos. La política es lo mismo y la economía también. Son grandes construcciones de plástico que se derrite y lo más gracioso es que habiéndola inventado nosotros, encima discutimos y polemizamos sobre ellas.
Con todo derecho el amigo se defendió del calificativo "negador" aunque yo no lo había empleado para descalificar ni calificar. Sino para decir que no negara una realidad tan descaradamente evidente.
Pero no es eso de lo que hablo aquí ahora mismo. Es una anécdota que llevó horas, de madrugada para mí, polemizando sobre la necesidad de respetar opiniones ajenas, de no considerar que el mundo está horrible, de no creer que los pobrecillos presidentes son tan malitos, que mucho trabajo tienen...impresionante la cantidad de idas y vueltas. En el medio alguien que no conozco diciéndome que sí estaba de acuerdo conmigo. Que luego gente más desconocida aún coincidiendo en otros comentarios que había hecho sobre el arte del humor y su cura. Una hilera interminable de intercambios tranquilos, no agresivos, enriquecedores, recordándonos cada veinte minutos que nos queremos mucho. Me quedo con lo mejor: gracias al desastroso país y esa desastrosa dama que los tiene sobornados, gracias a ellos, pude compartir una comunicación constante, ida y vuelta. Y gracias al Facebook.
Mi desilusión: no consigo que ningún ser humano encienda la mecha y haga una disertación a mis comentarios de este blog. No lo logro. Bueno, los amigos y las felicitaciones vale. Pero me carcomo por descubrir la diferencia entre una red social y un blog.
Será que nadie, ya nadie consigue encontrar esas horas libres de antes que te permitían leer ordenadamente, reflexivamente...
Será que ahora solo funcionan las instantáneas, los mensajes cortos, tan cortos
que en una de esas
dejamos de hablar y decir,
dejamos de hacer y actuar.
Dejamos.
Nos vamos?

"El mundo es un hervor de caracolas..." (buscar la canción de J.Sabina que lo dice)

Perdura mi esperanza de que la rueda de la comunicación gire y alguien decida intercambiar opiniones conmigo. Nada mata más que la incomunicación para todo ser viviente.
Nada te nutre más que el intercambio afectivo y constructivo con familia y amigos. Con hermanos naturales de vida. Con gente de aquí y de allá.

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