domingo, 13 de julio de 2014

España: nace la democracia. La lava quieta.

Mucha tarea de calle nos han dado los circenses íberos con sus cambios de trono y distracciones trilladas.
Pero no podíamos quedarnos en casa sin mostrar nuestro malestar, nuestra descompostura; aunque no sea del todo certero ni sensato hablar o defender una República inexistente, desaparecida. Una República que encima nos puede salir bien de derecha...

Fue entonces que Wulfilas quedó semi huérfano de loca que lo gobierne. Aquí he vuelto, mi pequeño refugio, a ti te hablo, a mí me escribo.

No sé si pudimos ser tan importantes o si amenazamos al sistema los del 22M Dignidad como para afirmar tajantemente que eligieron las proximidades del 21J para lanzar su sainete borbónico de la España cañí.
Estaba agendado desde febrero o quizá desde que naciera Felipito. Da igual. Las elecciones europeas con sus resultados algo oxigenantes y la consolidación de un movimiento ciudadano cada día más numeroso, unido y con acuerdos, acaso fueron las dos causas fácticas que promovieron, impulsaron una venta de banderas y una fiesta espontánea contra la nueva familia Real (¿real?)

Es sano exhibir a la libertad y sacarla de paseo para que los almidonados y casposos no se fíen tanto.
Tan sano como vivirla en la intimidad, a solas, a plena conciencia de que somos intransigentes en el más potente de los sentidos: no claudicamos en nuestra lucha por el bien. Nos equivocamos, discutimos, imponemos, nos quitamos la palabra quienes nos estimamos y respetamos por hacer caso a las tergiversaciones añejas que provienen de las manos negras, de los envidiosos, de los perdidos por la falta de lucidez y entendimiento.
Pero cuando las luces de las farolas hablan solas entre ellas y nosotros volvemos a nuestro sueño, a nuestras ganas de echar los zapatos gastados para descansar, renace un momento indestructible: el del libre pensamiento, el de la cabal y transparente fidelidad con nuestra meta. Meta que no derriban las leyes, ni las armas, ni los muertos, ni las amenazas. El miedo, descubro, descubres, que el miedo, como decía Kung Fu, es como un ser dentro tuyo que lucha por crecer.

No dejemos que lo haga. Es inutil, estéril.

España está descubriendo la vida en democracia. Como muchos otros sitios de este mundo. Es una afirmación osada, lo sé.
Pero no seré la primera que lo dice. Grandes maestros, profesores, nos lo enseñaron y demostraron.
Algunos se asustan de solo pensarlo. Pero lo siento si hago de verduga, brujita intelectual. Nunca hemos practicado, entrenado el convivir de-mo-cratica-mente.
Fue un disfraz, un opio bien administrado. Yo voto, consumo y me olvido. Que papá Estado se encarga.
Y tanto que se encargó. Sólo que cuando el Imperio se desmorona hace mucho ruido. El mismo que cuando se te cae un ídolo.
Es entonces cuando el dragón despierta. Muchas veces en la historia despertaron dragones y fueron masacrados. Así se consiguieron derechos claro que sí. Opio, dosis de opio para calmarnos.
Hoy, salimos y gritamos y cantamos porque estamos comenzando a ejercer el poder nosotros, no ellos. Pienso que por vez primera cambiaremos las reglas del juego. Arrancaremos de cuajo el sistema rancio de partidos perpetuos que acallan, roban y des gobiernan.

España, tras 36 años, inicia su andadura en Democracia. Antes no fue así. Aquello fue máscara trasnochada, hambre de una libertad que ahora rompe sus esposas invisibles, anestesiadas. 36 años desde 1978. Casualidad ese número 36.
De momento el volcán está calmado. Si lo hacemos juntos, afinando visiones y acordando un gran Frente de contención ciudadana y partidista, quizá dibujemos un nuevo mapa. Una nueva convivencia y respeto mutuo. Ojalá este Despertar se nutra de buena leche y se eche a andar. Ese día, sólo ese día podremos decir que España es democrática. Que ese sistema de vida política está activo. Ejerce su poder. El del pueblo.

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